Los tristes que se ríen de la tristeza,
los ricos sin dinero, los vagos con pereza,
los últimos que llegan los primeros,
los calvos que se quitan el sombrero
ante la dignidad y la belleza.
Joaquín Sabina
Los tristes que se ríen de la tristeza,
los ricos sin dinero, los vagos con pereza,
los últimos que llegan los primeros,
los calvos que se quitan el sombrero
ante la dignidad y la belleza.
Joaquín Sabina
Los miro callada, sin pensar siquiera que me gustan. Y los siento. Despiertan mi adentro.
De ellos aprendo tanto y tanto! Cada uno es único. Distinto en tamaño, color, forma , hoja, dirección, necesidades, fruto...y sin embargo viven en paz.
Todos muestran lo que son y lo que tienen, como un canto, no como una lección.
No le dice el pino al manzano, lo que debe hacer, para no perder las hojas en otoño. Ni el naranjo menosprecia al limonero, porque sus frutos sean ácidos. Ni la higuera se queja de ser menos hermosa que el álamo.
VIVEN. No interfieren en la vida de los demás. Dejan vivir unos a otros y ser como son.
Los de hoja caduca, cuando llega el frío y les azota el viento y la vida no es fácil para ellos, pierden su explendor, pierden sus hojas.. Se repliegan, se recogen en su interior. No intentan estar siempre los más bellos, los más atractivos...sencillamente guardan silencio. Y así, cuando parece que están casi sin vida, se van llenando. Reciben la luz y el calor del sol, el aire, la sabia de la tierra, los minerales. Es tiempo de recibir, tiempo interior, parece que dicen. Y así se regeneran , se llenan de vida otra vez y al llegar la primavera, vemos esa explosión de generosidad, de vida... Es tiempo de dar y lo dan todo: vida , alegría , belleza, sombra , energía, compañía, frutos..
La vida es cíclica también para nosotros. Y tenemos un tiempo de dar y un tiempo de recibir, que creo que deberíamos respetar. Y ese tiempo no es igual para todos, por lo que debiéramos respetar los tiempos de los demás.
Y los otros, los de la hoja perenne, no les agobian, para que sean como ellos, siempre verdes, siempre con hojas. No. Les dejan ser.
Hay un árbol, a la puerta de mi casa. Precioso. Cuando algo no me va bien, desde la ventana, lo miro... y algo se dulcifica en mí.
Ahora está pelado.
¿ Cuánto vale un árbol?
¡Y le ponen precio!!
Muchas veces no entiendo a esta humanidad en pañales y ciega. ¡PERO SÍ ENTIENDO A LOS ÁRBOLES!